El 3 de julio, luego ya de varias deliberaciones, el presidente Juan Antonio Rodríguez Domínguez manifiesta que es ya "el momento de tratar sobre la independencia absoluta", y comienza enseguida el debate.
José Luis Cabrera, diputado por Guanarito, abre el debate diciendo que Venezuela está ya de hecho en posesión de la independencia, y que a su declaración legal debe preceder la de que; el pueblo recobró desde el 19 de abril sus derechos y soberanía.
Mariano de la Cova, por Cumaná, corrobora el discurso de Cabrera, observando que si el pueblo de Venezuela es ya soberano de hecho, sólo falta el acto que declare serio también de derecho, pero acota que conviene obrar "sin comprometerse con Inglaterra y el norte de América", explicándoles cuál ha sido la conducta de Venezuela y la de los Gobiernos de España.
Martín Tovar Ponte, por San Sebastián, replica que no hay el menor indicio de que los Estados Unidos dejen de reconocer la independencia, pues su agente en Caracas ha manifestado abiertamente la necesidad que tenía Venezuela de declarar/a, y que en cuanto a Inglaterra, ningún pacto se ha declarado con ella que sea contrario a la declaración.
Fernando de Peñalver, por Valencia, y Fernando Rodríguez del Toro, por Caracas, expresan la misma opinión que Tovar Ponte.
Francisco Hernández, por San Carlos, observa: "Es muy probable que se alarmen los pueblos incapaces aún de alcanzar los bienes de la independencia; el vulgo cree que los reyes vienen de Dios, y este prestigio debe desvanecerse... Ilústrese a los pueblos en sus derechos; proceda un manifiesto circunstanciado a la declaración de independencia, para prevenir los ánimos. De otro modo comprometería mi representación y faltaría a las instrucciones que me han dado mis comitentes".
José María Ramírez, por Aragua de Barcelona, extraña que se vacile todavía: "En los tumultuarios momentos del 19 de abril fue necesario economizar las innovaciones, y por eso nos llaman insurgentes; nada tenemos, pues, que aventurar'.
José Angel de Alamo, por Barquisimeto, replica a los que insinúan la necesidad de consultar antes a los pueblos: "Yo creo que no es necesario este paso... por cuanto hemos sido constituidos representantes de esos mismos pueblos nos autoriza para todo lo favorable a nuestros constituyentes. Nada puede serio tanto como la independencia: por ella vamos a recobrar enteramente nuestros derechos y todos los bienes inseparables de tan preciosa adquisición... y si no hay otras razones que la contraríen, declarar desde luego nuestra absoluta independencia".
Francisco de Miranda, por El Pao, insiste en un largo discurso sobre la conveniencia de la declaración inmediata, y advierte que las potencias extranjeras no podrían ayudar eficazmente a Venezuela mientras no se separe de España.
El presbítero Juan Vicente Maya, por La Grita, se pronuncia en contra, provocando frecuentemente las protestas de sus colegas (aunque para su gloria, tal vez avasallado por el discurso de los demás diputados firma el Acta de Independencia) y argumenta: "varias veces se ha discutido en esta asamblea sobre el presente asunto, y en la misma he alegado muchas razones que me persuaden a no deber declararse la independencia... solo añadiré a ellas, que no considero al Congreso con facultades para esta declaratoria... prohibiéndome por varias razones por ahora acceder a su declaratoria".
Francisco Javier Yanes, por Araure, combate con gran copia todas las razones contrarias a la independencia inmediata y replica: "... Los pueblos tienen sus diputados y representantes en este Supremo Congreso, y lo que decidiere la pluralidad, esa es la voluntad general del Estado de Venezuela... por tanto, creo que es llegado el tiempo en que se declare la absoluta independencia de Venezuela... ".
Francisco Policarpo Ortiz, por San Diego de Barcelona, y José Gabriel de Alcalá, por Cumaná, apoyan sin restricciones la argumentación de Yanes.
Juan Germán Roscio, por Calabozo, Secretario de Relaciones Exteriores, aprovecha la ocasión para afirmar que no hay ningún tratado con la Gran Bretaña. "Participamos a la Inglaterra nuestra resolución después del 19 de abril, y ahora deberemos hacer lo mismo después de declarar nuestra absoluta independencia... de no declarar la independencia se siguen los males incalculables... ".
Gabriel Pérez de Pagola, por Ospino, advierte finalmente que si la opinión pública está aún fluctuante, es preciso fijarla con la inmediata declaración de independencia, suprimiendo así la influencia que todavía ejercen los españoles europeos y los partidarios de Fernando VII.
Aunque éste debate revelaba ya cuál era el dictamen de la mayoría, terminó la sesión del 3 de julio sin resolverse nada.
El 4 de julio continuaron los debates sin llegar todavía a una conclusión satisfactoria. El 5 de julio volvió a reunirse el Congreso, sin la asistencia de varios Diputados, de los cuales José Luis Cabrera reclama su asistencia y pide que se les cite en el acto para que concurran o den sus excusas.
Juan Bermúdez, por Cumaná, cree que es muy prematura la independencia en estos momentos y agrega que dicha ciudad se halla indefensa para sostener semejante innovación, que enfurecerá más a los enemigos, pero posteriormente declara: "... que no se retarde más la independencia, puesto que el pueblo la reclama y la quiere el Congreso".
Felipe Fermín Paúl, por San Sebastián, propone que se dicte una ley previa "para contener los excesos con que la ignorancia, confundiendo la independencia con la licencia, la insubordinación y el libertinaje, pudiera convertir en daño nuestro los efectos de esta resolución".
Antonio Nicolás Briceño insinúa que aunque las discusiones sean públicas, sea secreta su votación, a lo cual se opone Fernando Peñalver. Briceño declara que sus instrucciones son iguales a las de Maya; pero que las circunstancias han variado desde la época en que le fueron dadas, y no duda que sus comitentes se adherirán a una medida dictada por la justicia y la necesidad, por lo cual insiste otra vez sobre la declaración inmediata.
El presbítero José Vicente Unda, por Guanare, promueve honda sensación diciendo: "No es mi ánimo entrar a demostrar la justicia, la necesidad y la oportunidad en que nos hallamos de declarar la independencia. Dos cosas sólo deseo: la primera, acreditar que mi estado (eclesiástico) ni me preocupa ciegamente a favor de los reyes, ni contra la felicidad de mi patria, y que no estoy imbuido en los prestigios y antiguallas que se quieren oponer contra la justicia de nuestra resolución, que conozco y declaro; la segunda, es que Guanare, a quien represento, no se tenga por obstáculo para la independencia, cuando se crea necesaria…”.
Manuel Palacio, por Mijagual, pide "se haga en este día la declaración de nuestra absoluta emancipación de la España y de todo poder extranjero".
El Presidente del Congreso Rodríguez Domínguez, diputado de Nutrias, afirma que Santa Fe de Bogotá reconocerá inmediatamente la independencia de Venezuela y que dándole Caracas el ejemplo, proclamará también la suya.
Nicolás de Castro, por Caracas: "Aunque antes opiné que había
algunos motivos para que no declarásemos la independencia, en las actuales
circunstancias, ya veo que ha llegado el momento: el pueblo lo desea... "
Miranda, Cabrera, Juan Rodríguez del Toro, Roscio, Moriano de la Cava,
pronuncian nuevamente discursos a favor de la declaratoria inmediata.
El presbítero Ramón Ignacio Méndez espera a que se allanen las dificultades que le ocurren respecto de la manera con que apreciarán tal acto las otras naciones, después del juramento que hicieron los diputados de fidelidad al Rey.
Roscio, Ramírez, Castro, Briceño, Peñalver y Juan José Maya se esfuerzan en demostrarle a Méndez que semejante juramento, prestado en otras circunstancias, no tiene ya validez alguna.
A favor de la declaración inmediata sucédense breves discursos de los demás Diputados: Pbro. Luis José Cazorla, por Valencia; Pbro. Salvador Delgado, por Nirgua; Gabriel Pérez de Pagola, por Ospino; Manuel Plácido Maneyro, por Margarita; Ignacio Ramón Briceño, por Pedraza; José Sata y Bussy, por San Fernando de Apure; Juan José Maya, por San Felipe; Juan Pablo Pacheco, por Trujillo; Lino de Clemente e Isidoro López Méndez, por Caracas; el Marques del Toro, por El Tocuyo, y el Pbro. Ignacio Fernández Peña, por Barinas.
Día de circulación: | 15 de octubre de 2009 |
Valor estampillas: | Bs. 0,30; 0,50; 1,00; 2,00; 3,50; 9,50 |
Cantidad: | 600.000 de Bs. 0,30; 600.000 de Bs. 0,50;600.000 de Bs. 1,00; 600.000 de Bs. 2,00; 300.000 de Bs. 3,50; 300.000 de Bs. 9,50; |
Sobres del Primer día: | 13.000 |
Tamaño estampilla: | 45 x 35 mm |
Presentación: | 2 Hojas de 12 estampillas y 3 de 10 estampillas |
Tipo de papel: | Estucado, engomado, tropicalizado |
Perforación: | Filatélica 12 |
Sistema de impresión: | Offset |
Prensa e Impresión: | Versilia Impresores, C.A. |
Diseño Gráfico: | José Catamo |
Ilustración: | J. Ktamo |
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