La legislación que rige al Banco Central de Venezuela ha experimentado varias reformas a lo largo de estas seis décadas y media de existencia de la institución, y a tenor de las modificaciones se han ampliado sus ámbitos de actuación. Así, por ejemplo, en 1960 se le designó como agente de la Tesorería nacional, se ensancharon sus facultades para asistir financiariamente a otros bancos y se le hizo cargo del ejercicio de los derechos y obligaciones de la República ante el Fondo Monetario Internacional, mientras que con la reforma legal de 1974 se le nacionalizó (el BCV nació como compañía anónima con participación privada) y se le otorgó la exclusividad para acuñar monedas.
En este recorrido (también hubo cambios legales en 1987 y 1992) se llega a la Constitución de 1999 y a la ley de 2001, que desarrolla los enunciados de la Carta Magna en lo referente al instituto emisor y ha tenido reformas puntuales en 2002 y 2005. De un modo general, el espíritu del constituyente y del legislador que prevalece es el de concebir al BCV como una institución de claras competencias monetarias y cambiarias, pero vinculado a la economía real: es decir comprometido y coadyuvando a la tarea del desarrollo sostenible y humano.
"El objetivo fundamental del Banco Central de Venezuela es lograr la estabilidad de precios y preservar el valor interno y externo de la unidad monetaria". Así lo consagra en su artículo 318 la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela de 1999, en un postulado que sintetiza la razón de ser de esta institución nacida en tres tiempos: su ley de creación se promulgó en 1939, comenzó sus operaciones en octubre de 1940 y fue inaugurada formalmente en enero de 1941.
Con el BCV, el país se unió a la corriente mundial (originada en Bruselas en 1920 durante un encuentro internacional) que propugnaba crear entidades encargadas de facilitar las operaciones monetarias y financieras, funciones que el instituto emisor cumplió inicialmente desde una sede arrendada en la esquina de Veroes; a mediados de los años 40 en un magnifico edificio en Santa Capilla, especialmente diseñado por el arquitecto Gustavo Wallis, y partir de 1965 hasta el presente en la sede concebida por Tomás Sanabria, levantada por etapas en el cuadrilátero que definen las esquinas de Las Carmelitas, Santa Capilla, Salas y Las Mercedes de la capital venezolana.
El Banco Central de Venezuela asume la comunicación en el sentido amplio de lograr un entendimiento común con sus diversos públicos, con el propósito de favorecer el éxito de las políticas puestas en práctica por el instituto emisor, lo que implica entonces no sólo informar, sino también educar, acción que no se agota en los ámbitos académicos ni en los círculos de investigación especializada, sino que se extiende hacia los niños.
Con el programa Los niños aprenden economía con el BCV, iniciado en 1995, el instituto emisor facilita la comprensión de conceptos básicos de economía por parte de niños y jóvenes. Esta iniciativa pedagógica incluye el trabajo de personal del Banco formado como facilitadores y se apoya en las publicaciones de la Serie Infantil y Básica del Banco Central, que en un lenguaje sencillo y atractivo tratan temas que resultan cotidianos pero que no todos son capaces de explicar, como la inflación, dinero y medios de pago. Asimismo, anualmente la autoridad monetaria auspicia el concurso La economía en la escuela, que motiva a los escolares de los planteles públicos de todo el país a formular proyectos económicos para bienestar de la comunidad educativa.
Hechas con abrazo de fuego y a golpes de martillo por herreros del ejército, como las piezas elaboradas por las fuerza de Páez en 1817 y 1818; cortadas en cuatro para multiplicar su número ante la escasez de circulante, como hicieron los comerciantes con el centavo entre 1843 y 1863, o bautizadas con sonoros nombres populares, como las "morilleras", que eran las piezas de plata acuñadas entre 1817 y 1821 con la nueva maquinaria que hizo traer al país el general español Pablo Morillo, las monedas que han circulado en Venezuela no sólo cuentan su propia historia, a veces llena de estas singularidades, sino también el discurrir nacional.
El "chipichipi" del ejército de Páez, el "cachito" y las "morilleras" son apenas tres muestras de esa fuente histórica que puede consultarse con sólo visitar el Museo Numismático del Banco Central de Venezuela, cuya colección es la principal del país e incluye desde maquinas de finales del siglo XVII hasta los billetes hechos en la Casa de la Moneda de Venezuela, un recorrido de centurias que al testificar la evolución de este medio de pago habla al mismo tiempo del desarrollo de un territorio que en principio solamente fue "tierra firme" o "costa firme".
En medio del tejido urbano del centro capitalino, es un claro donde el BCV sale al encuentro de la ciudad con actividades culturales y recreativas. Allí, desde su inauguración en 1998, tienen un escenario propicio representaciones de la tradición venezolana, sea música, teatro o fiestas folclóricas, pero también las nuevas propuestas de valores nacionales. Igualmente, en su anfiteatro se ofrecen talleres infantiles que hábilmente combinan aprendizaje con diversión.
Este espacio -que lleva el nombre de un pintor, escultor y dorador colonial, abuelo de Andrés Bello, que vivió entre1724 y 1787- se convierte así en otra muestra de las acciones de responsabilidad social que adelanta el instituto emisor, que a la par de contribuir con el desarrollo ordenado de la economía -como establecen la Constitución y su ley- es un editor institucional y un creador de conocimiento económico, un promotor de iniciativas pedagógicas para niños y un coleccionista de valiosas obras de arte expuestas a todos sus visitantes. Vista en este contexto la plaza Juan Pedro López es más que un lugar donde rebota el sol, es un activo de capital social para Caracas.
Las reservas internacionales son los recursos financieros en divisa con los cuales cuanta un país para garantizar los pagos de los bienes que importa y el servicio de la deuda, así como para estabilizar la moneda. En el caso de Venezuela están constituidas por oro, Derechos Especiales de Giro (DEG), efectivo, depósitos a la vista y a plazo en bancos extranjeros y títulos valores, y son administradas por el instituto emisor de acuerdo con tres criterios fundamentales: seguridad, lo que significa su inversión en activos de calidad; liquidez (activos que se puedan negociar fácilmente) y rentabilidad, que busca lograr su adecuado rendimiento.
La responsabilidad de su manejo por parte del BCV se encuentra contemplada en el artículo 318 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela: "Para el adecuado cumplimiento de su objetivo, el Banco Central de Venezuela tendrá entre sus funciones las de formular y ejecutar la política monetaria, participar en el diseño y ejecutar la política cambiaria, regular la moneda, el crédito y las tasas de interés, administrar las reservas internacionales, y todas aquellas que establezca la ley".
Tras muchos años de elaboración en el exterior, los billetes venezolanos comenzaron a fabricarse en el país en 1999, con la inauguración de la Casa de la Moneda de Venezuela. La fábrica de billetes, junto con la de monedas y especies valoradas, integra el moderno complejo fabril de la CMV y es capaz de producir, en promedio, unos 30.000 pliegos de 45 billetes cada uno al día. Laboratorios especializados donde se somete a exigentes pruebas de calidad a la materia prima importada (papel y tintas) y modernas máquinas de impresión offset y calcográfica son las principales herramientas de un riguroso proceso con el cual el personal calificado concreta las emisiones de billetes autorizados por el Directorio del BCV.
Los billetes allí fabricados poseen diversas características de seguridad y una de ellas, concebida totalmente en la ceca venezolana y que la coloca a la vanguardia entre las fábricas de su tipo, es el hilo de seguridad metalizado de 2,5 mm de ancho, aventanillado (entra y sale del papel), fluorescente, metalizado, microimpreso y holográfico (al inclinar el billete se observan distintas tonalidades de color) que se incorporó al nuevo billete de Bs. 5.000 en el 2002.
Una de las tres fábricas de la Casa de la Moneda de Venezuela es la de acuñación de numerario, una función que no ejerció la autoridad monetaria en sus inicios. Cuando se creó el Banco Central de Venezuela en 1939, se le otorgó a la institución la exclusividad para la emisión de de billetes, que hasta ese momento la podían realizar los bancos privados. No ocurrió igual con la acuñación de monedas, que continuó reservada a la Nación, como estaba consagrado en la Ley de Monedas de 1918 y permaneció en la legislación sobre la materia de 1941, si bien en esta última se le atribuyeron algunas funciones al respecto al BCV. Así por ejemplo, antes de solicitar la autorización del Congreso para acuñar, el Ejecutivo debía consultar a la autoridad monetaria, que una vez concedida la aprobación parlamentaria estaría encargada de gestionar la acuñación por cuenta del Fisco Nacional y de poner a circular las monedas.
Habrían de pasar aún 33 años para armonizar totalmente las disposiciones sobre la acuñación de monedas y la existencia de una entidad concebida para actuar como autoridad monetaria: en 1974 se le otorgó al BCV la exclusividad de esta función, tras una reforma de su marco legal que derogó la Ley de Monedas de 1941 y definió de manera más precisa el sistema monetario nacional.
La Subsede del Banco Central de Venezuela funciona en la capital zuliana desde 1977. Nueve años antes, el Directorio del instituto emisor había decidido abrirla en atención al creciente volumen de actividades relacionadas con el instituto emisor, producto de la diversificación productiva y de servicios financieros que tuvo lugar en el Zulia a partir de 1960. Para la decisión privó no solo el interés de mejorarla cámara de compensación, manejar con eficacia mayores flujos de recaudaciones fiscales y pagos gubernamentales y optimizar el proceso de recolección de billetes usados y distribución de nuevos, pues también se consideró entonces el establecimiento de una unidad de estudios sobre la economía de la región centroccidental.
Inaugurada en marzo de 1976, la Subsede inició sus actividades 10 meses después y desde su espacio físico (dos modernas torres que miran a la plaza Bolívar en compañía de presencias más antiguas, como la Catedral, la Gobernación del Zulia y la Casa de la Capitulación) irradia servicios financieros y académicos que superan las fronteras zulianas para llegar hasta los estados Falcón, Lara, Mérida, Táchira y Trujillo.
La Casa de la Moneda Venezuela es una instalación de alta tecnología y máxima seguridad que ocupa 42 hectáreas en la frontera sur del Parque Nacional Henri Pittier, en la capital de Aragua. Allí, a partir de 1999, se fabrican todas las monedas y billetes venezolanos así como diversas especies valoradas, como bandas de garantía y títulos de bachiller. En 2005 la CMV recibió la certificación con validez internacional del Instituto Postal Telegráfico, lo que la autoriza para incursionar en la impresión filatélica.
El más lejano antecedente de esta ceca es la Real Casa de la Moneda Caracas, que con interrupciones funcionó en el lapso 1802 - 1830 y en la cual se produjo alternativamente circulante patriota o realista, según la ciudad estuviera bajo control del ejército independista o de las fuerzas leales a la corona española. Tras su cierre, pasó poco más de medio siglo para que hubiera otra fábrica similar en Venezuela: inaugurada en 1886 y operada por la compañía francesa La Monnaie, la segunda Casa de la Moneda de Caracas funcionó hasta 1889 y desde entonces las monedas se hicieron en el exterior hasta un año antes de finalizar el siglo XX.
Resolución: | Resolución Nº 059 del 12 de Agosto de 2005 |
Día de circulación: | 20 de octubre de 2005 |
Valor estampillas: | Bs. 300, 400, 600, 1.500 y 1.700 |
Cantidad: | 100.000 de Bs. 300, 400, 600, 1.500 y 1.700 |
Sobres del Primer día: | 3.000 |
Tamaño estampilla: | 40 x 30 mm |
Presentación: | Hoja de 10 estampillas |
Tipo de papel: | De seguridad engomado con reactividad química |
Perforación: | Filatélica 12½ |
Sistema de impresión: | Offset |
Casa impresora: | Casa de la Moneda de Venezuela |
Fotografías: | Carlos Almenar, Betzaida Bonilla, Gonzalo Galavis, Julio Cesar Rodríguez |
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