Bandera de Venezuela
Escudo de Venezuela

200 Años del movimiento independista de Gual y España

200 Años del movimiento independista de Gual y España

Conspiración de Gual y España

Movimiento revolucionario, de carácter a la vez pro-independencia y social, organizado en La Guaira y Caracas en 1797, es conocido en la historia como la Conspiración de Gual y España, por los apellidos de sus principales dirigentes, los venezolanos Manuel Gual y José María España.


Manuel Gual, guaireño, era militar retirado (capitán), hijo de un oficial que unos cincuenta años antes había defendido a La Guaira contra los ataques navales ingleses. José María España, desempeñaba el cargo de Teniente de Justicia de Macuto. Ambos eran hombres instruidos y conocedores del francés. La esposa de José María España, Joaquina Sánchez, estaba al corriente de todo y alentaba a los conspiradores y, según rumores que circularon en las Antillas, “ella tenía su charpa de pistolas como el mejor soldado, sus pantalones y su cinturón con un sable y una chapa de cobre en que estaban las palabras de Viva la libertad… ”. Otro de los conjurados, Manuel Montesinos Rico, era acaudalado comerciante español establecido en Venezuela. Entre los comprometidos figuraban abogados criollos, ingenieros militares, cirujanos, un alguacil de la Real Audiencia, funcionarios de la Real Hacienda, el párroco de La Guaira. También numerosos sargentos, cabos y soldados de la guarnición de La Guaira, y varios de la Caracas. Unos eran blancos criollos, otros peninsulares y otros pardos y morenos. También comerciantes y bodegueros distinguidos con el tratamiento de “don”, lo cual indicaba su condición de blancos. Varios “labradores”, es decir, dueños de pequeñas propiedades agrícolas, unos blancos y otros pardos.

Apoyaron la conspiración, en forma destacada, artesanos pardos y mulatos, así como peones, caleteros, pescadores y algunos esclavos. En los informes que las autoridades españolas de Venezuela enviaban a la Corte, se decía que en La Guaira las noticias de los éxitos republicanos franceses eran recibidas por muchas personas con alegría, y que circulaban clandestinamente libros prohibidos, que difundían las consignas de libertad, igualdad y fraternidad de la Revolución Francesa. En la conspiración de Gual y España desempeñaron un importante papel varios revolucionarios españoles que encabezados por el educador y escritor Juan Bautista Picornell, Sebastián Andrés, y Manuel Campomanes, habían organizado en la capital de España un golpe de Estado con el propósito de derribar el régimen monárquico e instaurar una República al estilo de la francesa. Movimiento que debía estallar el 3 de Febrero de 1796, día de San Blas, por lo cual se le llamó a la “Conspiración de San Blas”, pero fueron delatados antes de esa fecha, apresados, juzgados y condenados a muerte, pena que les fue conmutada por la de encierro en presidios de América, gracias a la intervención del Embajador de Francia, entonces aliada con España. En diciembre de 1796 y a comienzos de 1797, los conspiradores europeos fueron llegando a La Guaira, donde se les encerró en las bóvedas. A través de uno de sus guardianes, el sargento José Rusiñol, y de otros descontentos con la dominación española, como también el sargento pardo José Isidro Cordero, Picornell y sus compañeros entraron en contacto con Gual y España. Las ideas revolucionarias que ya germinaban en la mente de éstos se vieron reforzadas con el bagaje ideológico de los presos, y la conspiración se puso en marcha. Protegido por sus propios guardianes, Picornell pudo entrevistarse clandestinamente con Gual y España y después de haberlo hecho cuatro veces previamente con Cordero. Provisto de pluma, tintero y papel en su calabozo, el ideólogo español empezó a redactar los manifiestos y las instrucciones de la conspiración, combinando su experiencia de revolucionario con las informaciones que sobre la realidad americana le proporcionaban sus compañeros venezolanos. El movimiento tuvo su foco en La Guaira, de donde extendió sus ramificaciones a Caracas. Acaudillado por Gual y España, con los aportes intelectuales de Picornell y sus compañeros, halló, sobre todo, eco en sectores de la clase media, incluyendo numerosos miembros del grupo de los partidos libres (artesanos y militares), con amplia simpatía popular en La Guaira. Aspiraban a instaurar en Venezuela una República independiente, democrática e igualitaria y se proponía llevar la revolución a otras regiones de Hispanoamérica. Minuciosamente preparado, el movimiento contaba con un conjunto de documentos teóricos e instrucciones de carácter organizativo práctico. Se previeron, inclusive, cantos revolucionarios como la Carmañola Americana, inspirada en su homónima francesa, y una Canción Americana surgida de la propia entraña del medio social, aunque con ecos de la “Marsellesa”. En Abril, Mayo y Junio de 1797 se realizaron varias reuniones de los conjurado, es casa de España, en la de Román, en la de Mendiri, y a veces a orillas de una quebrada. Gual no vivía entonces en La Guaira, sino en Santa Lucía, pero bajaba con frecuencia al puerto alojándose con el ingeniero Ronán. En una de las reuniones celebradas en casa de España, que por ser la primea autoridad de Macuto tenía más libertad de acción y mayor seguridad, éste exhortó a los presentes a derramar su sangre por la patria, si fuese preciso, y les recibió el juramento de fidelidad y de guardar el secreto. Los conspiradores s llamaban entre sí hermanos y, además, era éste el santo y seña para reconocerse. Adoptaron una bandera y escarapela cuatricolor –blanco, azul, amarillo y rojo- en representación de las cuatro etnias de blancos, pardos, indios y negros. El estribillo de la Canción Americana decía “Viva tan solo el Pueblo/ el Pueblo soberano./ Mueran los agresores,/ mueran sus partidarios…”. En otra reunión, Gual, con gran exaltación, denunciaba que los nacidos en América eran postergados, refería las causas y las consecuencias de la independencia norteamericana y de la Revolución Francesa y exhortaba a sus oyentes a seguir un camino similar. Picornell, por suparte, sostenía en sus entrevistas clandestinas con los dirigentes que, para la felicidad de América española, era indispensable establecer un gobierno independiente, donde todos fuesen iguales y se pudiera comerciar libremente con todas las naciones, sin impuestos gravosos o reduciéndolos a un mínimo. El primer paso de los conspiradores fue organizar la fuga de los presos españoles, lo cual se logró la noche del 4 de Junio, con la complicidad de sus carceleros. En las bóvedas de La Guaira sólo quedaban tres, pues Lax había sido trasladado poco antes a Puerto Cabello. Después de fugarse, Andrés subió a Caracas, donde fue arrestado al día siguiente. Picornell y Cortés Campomanes se escondieron en lugar llamado “La Vigía de Chacón” hasta el 16 del propio mes, cuando pudieron salir hacia la casa de España en Macuto; allí, España arregló su salida hacia Curazao en una lancha de pescadores, lo cual se verificó el 26 de Junio. Desde Curazao, Picornell y Cortés pasaron a la isla de Guadalupe, colonia francesa. Allí mismo, o en la ciudad de Santo Domingo, que en esa época estaba también dominada por los franceses, Picornell hizo imprimir numerosísimos ejemplares de la Canción Americana, 8.000 al parecer, y más de 2.000 del folleto titulado Derechos del Hombre y del Ciudadano, con varias Máximas republicanas y un Discurso preliminar dirigido a los Americanos, con el pie de imprenta apócrifo “Madrid, en la imprenta de La verdad, 1797”. Después, se dedicó a promover su introducción clandestina a tierra firme. En la Guaira la conspiración seguía progresando. El movimiento fue fijado para el 16 de Julio, día de la virgen del Carmen. El comerciante Manuel Montesinos Rico, que vivía en Caracas, había recibido de Gual el encargo de promover la conspiración en la capital. El 11 de Julio, mientras su barbero José Chirinos, que era también oficial de las Milicias de Pardos, le afeitaba, Montesinos trató de captarlo para el movimiento, insinuándole que facilitaría a los conjurados el acceso a la armería del cuartel el día 16. Chirinos no se dejó convencer, habló con varios compañeros y luego con el capellán d su batallón y éste con uno de los párrocos de la catedral, y así a través de otras personas más, la noticia llegó a oídos del Capitán General Pedro Carbonell ya avanzada la tarde del día 13. De inmediato la casa de Montesinos fue sometida a vigilancia y luego allanada y registrada, y él fue arrestado. En la requisa se encontraron documentos revolucionarios, manuscritos, unos de letra del propio Montesinos y otros de mano de Picornell. Entre ellos las Ordenanzas que empezaban: “… En el nombre de la Santísima Trinidad y de Jesús, María y José, amén…” y luego, en 44 artículos, establecían las bases del nuevo gobierno revolucionario, declarando que el movimiento era hijo de “la razón, de la justicia y de la virtud”, que la esclavitud quedaba abolida y que los cuatro fundamentos de los derechos del hombre eran “Igualdad, libertad, propiedad y seguridad”. También se halló un manifiesto dirigido a los “Habitantes libres de la América Española”, donde se les excitaba a la rebelión, y a difundir los textos de la Canción Americana y de la Carmañola Americana. Gual, que se hallaba entonces en Santa Lucía, donde tenía su casa, fue informado por Nicolás Ascanio de la prisión de Montesinos y bajó a La Guaira en la noche del 14 con la intención de adelantar el estallido del movimiento, pero Ronán, al parecer, se negó a seguir secundándolo. Gual y España se embarcaron esa misma noche, o muy poco tiempo después, hacia las Antillas. En una pesquisa que las autoridades realizaron en la residencia de Gual en Santa Lucía encontraron otros documentos similares a los descubiertos en la de Montesinos, unos de letra de Gual y otros de Picornell. El objetivo de conjurados, después de haberse apoderado de La Guaira y caracas, era enviar comisionados a las capitales de las provincias de la Capitanía General y a otras poblaciones importantes, con una copia de las Ordenanzas y d la siguiente circular dirigida a las primeras autoridades de cada lugar: “Requiero a vuestra merced, en nombre del Pueblo, con el cumplimiento de los anteriores artículos en la parte que le toca, en la inteligencia de que si al tiempo de su lectura o posteriormente ejecutase la más mínima acción en contrario, se procederá de inmediato a la ejecución de las órdenes que lleva el comisionado; pero si después de enterado de su contenido se sometiere a la disposición de dichos artículos, será tratado como corresponde y se previene en los mismos”. La persecución de los conjurados por las autoridades realistas empezó de inmediato y numerosas personas fueron detenidas, tanto en La Guaira como en la capital. El Obispo Fray Juan Antonio de la Virgen María Viana, que se hallaba temperando en La Guaira, intercedió para que se publicase un indulto a favor de los conspiradores que se presentasen voluntariamente y declarasen lo que sabían; unas treinta y cinco personas lo hicieron, y la mayoría de ellos fueron deportados poco después a España. A los demás presos empezó a incoárseles un largo proceso. La “nobleza” de caracas ofreció de inmediato su cooperación al Gobernador Capitán General. En una comunicación al rey Carlos IV los mantuanos reiteraron su lealtad. Entre tanto, Gual, España y Picornell, juntos unas veces y separados otras, vagaban por las islas del Caribe no hispánico, eludiendo la persecución de los agentes y espías enviados por las autoridades de Caracas, que también los reclamaron oficialmente a las autoridades de esas islas cuyos gobiernos eran aliados de España o neutrales. Por la captura de Gual o de España se ofrecían 500 pesos de recompensa, y en caso de presentar ellos resistencia la cantidad era de 10.000 pesos por Gual, que era militar, y de 5.000 pesos por España. Recorrieron Curazao, Guadalupe, Martinica, San Bartolomé, Saint Thomas, Sainte Croix, y finalmente se asentaron en Trinidad.

José María España decidió regresar clandestinamente. Disfrazado de marinero desembarcó cerca de La Guaira a fines de Enero de 1799 y logró llegar a su casa en Macuto, donde le acomodaron un escondite. A pesar de que varias personas conocían su presencia además de su esposa, nadie lo delató y allí permaneció unos tres mese, saliendo a veces disfrazado de carbonero. A comienzos de Abril de aquel año tomó posesión del gobierno en Caracas Manuel Guevara Vasconcelos, quien de inmediato inició la represión. Con la ayuda de su esposa Joaquina Sánchez, España quiso encabezar una rebelión de sus propios esclavos, o en todo caso así lo dijeron las autoridades. Denunciado por uno de sus esclavos, España fue arrestado y conducido a la capital a fines de Abril. Juzgado sumariamente, fue condenado a muerte el 6 de Mayo y ejecutado el 8, en la Plaza Mayor de Caracas, actual Plaza Bolívar. Su esposa que había sido arrestada al mismo tiempo que él, fue condenada a 8 años de reclusión en la Casa de Misericordia de Caracas. Guevara Vasconcelos continuó la represión y los acusados de participar en la conspiración, unos fueron ejecutados, otros fueron condenados a destierro y a trabajos forzados, y once resultaron absueltos. Manuel Gual permaneció en la isla de Trinidad, de donde se comunicó con el Precursor Francisco de Miranda, quien estaba en Londres. En Mayo de 1799 Gual publicó una Alocución dirigida a sus compatriotas, excitándoles a seguir combatiendo por la independencia. El 25 de Octubre de 1800 murió en San José de Oruña, Trinidad, probablemente envenenado por un espía. Picornell y Cortés Campomanes sobrevivieron. Aunque la conspiración de Gual y España fracasó como movimiento revolucionario en Julio de 1797 y se extinguió definitivamente con la muerte de sus dirigentes José María España en 1799 y Manuel Gual en 1800, los textos emanados de ella tuvieron considerable influencia en el movimiento emancipado de Hispanoamérica. Los conjurados prepararon cuidadosamente los escritos necesarios para el triunfo de la conspiración, de los que conocemos los siguientes: las Ordenanzas, que son previsiones doctrinales para la acción revolucionaria; la alocución Habitantes de la América Española que es la proclama de la insurrección; la Canción Americana y la Carmañola Americana; y los cuarenta y cuatro artículos de Las Ordenanzas de la conspiración, son una suerte de instrucciones de variable índole, pero en conjunto constituyen una base de acción revolucionaria que tenía que ser observada en todas las provincias de Tierra Firme (Caracas, Maracaibo, Cumaná y Guayana), a fin de alcanzar el éxito apetecido: restituir al pueblo americano su libertad. La alocución Habitantes libres de la América Española es una instigación a rebelarse; por tanto el texto es más apasionado, como corresponde a una exaltación de la obra revolucionaria. Enlaza la conspiración Gual y España con otro gesto reinvidicador en Tierra Firme: el de Juan Francisco de León, en 1749, contra el domino de la Compañía Güipuzcoana. La obra más importante de la conspiración de Gual y España, es la de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, con varias Máximas Republicanas y un Discurso preliminar dirigido a los americanos. Contiene como parte central el texto de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, traducidos de la declaración francesa que precede en acta institucional del 24 de Junio de 1793. Treinta y cinco artículos, en vez de los diecisiete de 1791. Las máximas republicanas son enunciados y síntesis de principios y virtudes ciudadanas. Son un código de moral y política por el que debe guiarse un buen republicano: “…buen padre, buen hijo, buen marido, y buen vecino”. El discurso preliminar dirigido a los americanos apunta a un propósito más alto: dar las razones de la revolución. Por tal causa, abundan las especulaciones de orden filosófico, histórico y político. Por su altura de miras y por las cualidades del escrito, así como por el tiempo y las circunstancias en que se publicó, estos Derechos del Hombre y del Ciudadano, con varias Máximas Republicanas y en un discurso preliminar dirigido a los americanos constituyen una obra decisiva en la dirección espiritual de la vida política hispanoamericana en los orígenes de la independencia. Se explica la tenaz persecución de las autoridades españolas para evitar la difusión. El conjunto de textos emanados de la conspiración de Gual y España convierte esta conjura en la de mayor contenido teórico, la más orgánica y completa, con perfecta definición de ideario y fines, de todos los movimientos precursores de la independencia americana en la América meridional. La influencia más trascendente de los textos de la conspiración es la que emana de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, pues su redacción pervive en las primeras constituciones promulgadas por los estados que llegaron a la vida independiente a partir de 1810. El Instituto Postal Telegráfico de Venezuela, IPOSTEL, en la conmemoración bicentenaria del movimiento pro independentista Gual y España, como muestra de la perpetua gratitud de nuestro pueblo, dedica la presente emisión de sellos postales a los héroes que ofrendaron sus vidas para iniciar la construcción de la patria libre y soberana.

FICHA

Día de circulación: 16 de julio de 1997
Valor estampillas: Bs. 165
Cantidad: 500.000
Tamaño estampilla: 38 x 32 mm
Presentación: 1 hoja de 10 estampillas
Tamaño de la hoja: 114 x 192 mm
Valor de la hoja: Bs. 1.650
Tipo de papel: Estucado, engomado, tropicalizado mate
Perforación: Filatélica 12
Sobres del Primer día: 5.000
Tamaño: 97 x 163 mm
Sistema de impresión: Offset
Prensa e Impresión: Gráfica Armitano, C.A.
Ver Registro en la Base de Datos